Según los analistas, el problema principal del las ex-repúblicas de la URSS no es con Rusia, sino dentro de ellas mismas.

Según estudio elaborado por el comunista ruso Peter Akopov, para la agencia de prensa Ria Novosti, los problemas que durante estos años hemos visto trás la desintegración de la Unión Soviética en las diferentes repúblicas de ese espacio común «no son con Rusia, sino con los fragmentos mismos de nuestro Estado», afirmó.

El analista hace un repaso por los diferentes cambios políticos que se suceden en las antiguas repúblicas al traspasar constantemente sus liderazgos, y cita por ejemplo a Moldavia, donde el socialista Igor Dodon perdió las elecciones presidenciales frente a una eropeísta como Maia Sandu, asegura que Nikol Pashinyan pierde el poder en Armenia trás los acuerdos del alto al fuego con Azerbaiyán sobre la disputa territorial de Nagorno Karabakj.

De igual manera, Akopov menciona en su artículo el más reciente descalabro del presidente de Kirguistán, Jeenbekov, quién se vió obligado a renunciar después de las elecciones parlamentarias que provocaron disturbios, Todo ello, unido a las elecciones parlamentarias, en Georgia, donde su situación interna «está temblando», siendo gobernada, según indica, «desde las sombras por el multimillonario Ivanishvili».

El columnista de Ria Novosti nó dejo de mencionar en su análisis lo que sucede en Bielorrusia, luego de protestas masivas organizadas por la oposición y con gran respaldo de Occidente, especialmente la Unión Europea, afirmando en su texto que Alexander Lukashenko está preparando una reforma gubernamental que privará al presidente de la mayoría de sus poderes, pero que previsiblemente le permitirá mantener el control de la situación en el país

Y por supuesto, el ejemplo más evidente de este dilema, el que se vive en Ucrania, que «lleva mucho tiempo viviendo en una situación de constante crisis de poder», destacó Peter Akopov en su reporte, donde señala que «Zelenski se ríe cada vez más de la esperanza reciente de la nación, no como comediante (debido a su profesión antes de ocupar el cargo) sino como presidente».

De ahí que Peter Akopov se pregunte a modo de debate, ¿qué está sucediendo en el espacio postsoviético?

El autor del análisis destaca que para mucha gente en Rusia «nosotros mismos tenemos la culpa de todo, ya que desde en gobierno ruso no trabajamos con las antiguas repúblicas, no combatimos bien los intentos de Occidente de arrancarlas de nosotros, no les ofrecemos una imagen atractiva del futuro, y según ellos, si Rusia se comportara de manera diferente, levantando cuadros locales orientados hacia Moscú, combinando el denominado poder blando con condiciones duras, dictando su voluntad y venciendo las manos de los socios, entonces todo estaría bien en el espacio postsoviético», argumentan.

Sin embargo, muchos analistas coinciden con Akopov de que «los problemas en el espacio postsoviético no son con Rusia, sino con los fragmentos mismos de nuestro Estado», la URSS.

Aseguran que Rusia también sufre de esto, pero, estableciendo una simbiosis, «no puede curar a los pacientes de forma ambulatoria, es decir, de forma remota. Solo en el hospital, como parte de sí mismo. Sin embargo, para esto, el paciente, es decir, el cliente, debe madurar, ir y venir voluntariamente al hospital, y reconocer el estado crítico de su salud», advierten.

En sentido general, los expertos creen que Rusia hasta ahora se abstiene de tomar medidas extremas, y afirman que está haciendo lo correcto.

En otras palabras, no se pueda ser dulce por la fuerza, sino que los pueblos que «ganaron» la independencia de la URSS, deben llegar ellos mismos a comprender su difícil situación trás 29 años.

Sin embargo, los politólogos establecen que Rusia no debe retirarse y desentenderse de estos fenómenos políticos en las ex-repúblicas, ya que le afectan directamente, por el contrario, debe monitorear cuidadosamente, limitar la influencia externa de Occidente y proponer proyectos de integración de manera persistente. «Pero hasta que las uvas locales fermenten, no hay necesidad de apresurarse a beber vino», coinciden.

Otra parte del estudio publicado por Novosti revela el hecho de que al gobierno de Putin se le reprocha su política externa de apoyar solo a las autoridades actuales de cada república, sin trabajar de manera abierta con la oposición y las contraelites locales en el espacio postsoviético, con expceción de Ucrania, cuya élite sigue creyendo en su capacidad para arrastrar al país hacia Occidente.

Pero, se pregunta Akopov a modo reflexivo, ¿quién es el poder y quién es la oposición en las otras repúblicas?, y destaca que el mismo perdedor en Moldavia, «Dodon, después de todo, fue apoyado incluso cuando no era presidente, y cuando llegó al cargo fue apoyado por Rusia contra un gobierno de orientación occidental. O incluso Armenia, donde Occidente trabajó con el líder de la oposición en aquel entonces, Pashinyan, y luego llegó al poder, siendo una derrota externa para Moscú, sin embargo, ¿cuál podría ser la derrota de Moscú en una república que depende al 100% de Rusia?», preguntó el analista.

Esta fue la derrota de Armenia, que se ha hecho evidente durante la guerra de Nagorno-Karabaj. Sin dejar de mencionar a «Kirguistán, donde todo gira en torno a la lucha entre el norte y el sur, y Moscú está trabajando con representantes de ambos clanes», remarcó.

El columnista de Ria Novosti explica que lo más importante es que Rusia no tiene forma de estabilizar la situación en estos estados para luego controlar con éxito los procesos políticos internos. No porque Rusia sea débil o siga una política equivocada, sino porque estamos tratando con estados fallidos, que están tratando de liderar sus propias élites.

Entonces, debería Rusia «comprar y subyugar» a esas élites nacionales?, preguntó el analista ruso.

Según el experto la respuesta es nó, porque son más fáciles de manipular a un nivel primitivo, por ejemplo, si desea crear un lobby para usted dentro de las élites o usarlos en sus juegos geopolíticos contra un tercer estado.

En términos generales, señala Peter Akopov, «es fácil para los estadounidenses trabajar con las élites ucranianas o georgianas, porque en Kiev y Tbilisi le tienen mucho miedo a Rusia y están dispuestos a ser obedientes. Están dispuestos a proporcionar a sus países incluso como un cordón contra Rusia, pero al mismo tiempo no tienen éxito en la construcción de su propio Estado».

Rusia no se enfrenta a la tarea de utilizar a los estados postsoviéticos en un juego contra alguien, por el contrario indicó, nos interesa que sean estados fuertes, y aliados de nosotros.

El estudio detalla que el problema real de las ex-repúblicas soviéticas, con exepción de Rusia y Bielorrusia, radica en que «los pueblos que forman el Estado en esas naciones no tienen una necesidad real de independencia y comprensión del significado y contenido de la soberanía. Su problema es que no tienen verdaderas élites nacionales que piensen de Estado y estratégicamente».

«Las élites georgianas y ucranianas llevaron a sus países al callejón sin salida en el que se encontran. Moldavia, Armenia y Kirguistán, por su parte, no tienen potencial para una vida independiente»., remarcó el politólogo ruso.

El texto destaca a su vez que, incluso el único exitoso ejemplo de construcción del Estado, Bielorrusia, entró en crisis debido a la dualidad en las acciones de Lukashenka, que quería tanto preservar la independencia como continuar la integración con Rusia.

De manera tal que, el principal problema de todas las repúblicas postsoviéticas es la falta de habilidades para una vida independiente y las perspectivas de una existencia independiente.

Akopov valida el hecho de que Rusia, siendo primero un imperio, y luego, al frente de la URSS como la conformación de un enorme Estado social en conjunto, hizo de los pueblos pequeños parte de una gran civilización. «¿Y ahora, cuando se deshicieron de toda esta carga que suponía el Estado soviético, se encontraron cara a cara con sus élites, desprovistas de cualidades estatistas, ladrones, dependientes, en el mejor de los casos incompetentes. Cambiando unos por otros, ladrones por payasos, ladrones por oligarcas, a fin de cuentas para nada», remarcó.

Peter Akopov concluye su análisis previendo el futuro no inmediato de de lo que sucederá en las repúblicas que una vez integraron el espacio de la URSS, poniéndo en evidencia que «habiéndose finalmente desilusionado con la clase dominante en bancarrota, los pueblos recordarán al distante Estado común, y le pedirán, uno a uno al Kremlin que los tome bajo su protección nuevamente».


Para él, este es un camino objetivo de la Historia, y mientras tanto eso pasa, Rusia debe seguir alejando a los que define como «extraños» de nuestro espacio histórico, manteniéndolo en su órbita político-militar, sin OTAN, y sin integración europea, al final, aseguró, los pueblos de la ex-URSS se ocuparán ellos mismos de sus élites, si es necesario, con nuestra ayuda, pero cuando llegue el momento de las solicitudes les daremos el tratamiento que corresponde, concluyó.

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14150cookie-checkReintegrar el espacio postsoviético es posible, pero, cómo debe actuar Rusia en función de ello?

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