Los investigadores dicen que continuarán estudiando este raro espécimen con mayor profundidad, utilizando varias técnicas de imagen para obtener imágenes de su anatomía interna, como los huesos del cráneo y otras partes del cuerpo que aún están cubiertas de rocas.

En un artículo publicado en la revista iScience, los investigadores dan cuenta del extraordinario descubrimiento de un espécimen de dinoasurio en su forma embrionaria conservado exquisitamente dentro de un huevo de oviraptorosaurio (un grupo de terápodos estrechamente relacionados con las aves), descubierto en Ganzhou, provincia de Jiangxi, al sur de China.

A partir del estudio, los investigadores sugieren que los oviraptorosaurios adoptaron una postura distintiva de encogerse antes de nacer, un comportamiento que se había considerado durante mucho tiempo exclusivo de las aves, destacando la posibilidad de que el comportamiento de arropar pueda haber evolucionado primero entre los terópodos no aviares durante el período Cretácico.

Para los científicos del Reino Unido, China y Canadá a cargo del estudio, resulta extremadamente raro encontrar un huevo de dinosaurio con un embrión bien conservado en su interior, a pesar de que en los últimos 100 años resulta común el hallazgo de sus huevos y nidos fosilizados.

Como explicó Waisum Ma, profesor e investigador de la Universidad de Birmingham, Reino Unido, “la mayoría de los embriones de dinosaurios no aviares conocidos están incompletos con esqueletos desarticulados”. “Nos sorprendió ver este embrión bellamente conservado dentro de un huevo de dinosaurio, acostado en una postura de pájaro. Esta postura no había sido reconocida antes en dinosaurios no aviares”, reseñó en el estudio.

Liang Liu, director de una empresa china llamada Yingliang Group, obtuvo en el 2000 el material fosilizado quien, a su vez, sospechaba que éstos podrían contener fósiles de huevos. Pero luego los terminó almacenando y en gran parte olvidados hasta unos diez años más tarde, cuando el personal del museo durante la construcción del Museo de Historia Natural de Piedra de Yingliang clasificó las cajas y desenterró los fósiles.

“El personal del museo los identificó como huevos de dinosaurio y vio algunos huesos en la sección transversal rota de uno de los huevos”. «Luego se prepararon los fósiles, revelando el embrión escondido dentro, al que llamaron ‘Baby Yingliang'», dijo Lida Xing, de la Universidad de Geociencias de China en Pekín.

En el nuevo estudio, Xing y sus colegas informan que la cabeza se encuentra ventral al cuerpo, con los pies a cada lado y la espalda enroscada a lo largo del polo romo del huevo, en una postura previamente desconocida en un dinosaurio no aviar. Eso es especialmente notable, resaltan los científicos, porque recuerda a un embrión de pájaro moderno en etapa tardía.

La comparación del espécimen con otros embriones de oviraptorosaurio en etapa tardía sugiere que antes de la eclosión, los oviraptorosaurios desarrollaron posturas similares a las de las aves al final de su incubación.

En las aves modernas, estos movimientos embrionarios coordinados se asocian con el encogimiento, un comportamiento controlado por el sistema nervioso central y que es fundamental para el éxito de la eclosión.

«Es interesante ver que este embrión de dinosaurio y el embrión de pollo se colocan de manera similar dentro del huevo, lo que posiblemente indique un comportamiento similar antes de la eclosión», se indica en el texto.

La noción de que tal comportamiento previo a la eclosión puede haberse originado entre terópodos no aviares ahora puede investigarse más a fondo a través de más estudios de otros embriones fósiles. Se estima que Baby Yingliang’ tiene entre 66 y 72 millones de años y está en excelentes condiciones, destacan los expertos.

«Estamos muy entusiasmados con el descubrimiento del bebé Yingliang, que se ha conservado en excelentes condiciones y nos ayuda a responder muchas preguntas sobre el crecimiento y la reproducción. de los dinosaurios”, agregó Waisum Ma.

Según el estudio, la longitud del «bebé Yingliang» es de aproximadamente 27 centímetros. Estaba a punto de salir del cascarón y tomó una posición dentro del huevo de 17 centímetros, similar a la posición de los pollitos modernos.

Los investigadores dicen que continuarán estudiando este raro espécimen con mayor profundidad, utilizando varias técnicas de imagen para obtener imágenes de su anatomía interna, como los huesos del cráneo y otras partes del cuerpo que aún están cubiertas de rocas.

«Este pequeño dinosaurio por nacer se ve exactamente como un polluelo que se ha enroscado en un huevo, lo que es una prueba más de que muchos de los rasgos característicos de las aves modernas aparecieron por primera vez en sus ancestros dinosaurios», señaló por su parte, el miembro del equipo de investigación, el profesor Steve Brusatte. la Universidad de Edimburgo.

El meteorito que mató a los dinosaurios produjo un impacto de 10 mil millones de bombas atómicas.

Desde hace varios años, los científicos han estado explorando el cráter Chicxulub en la península de Yucatán en México. Según se cree, un meteorito gigante cayó allí hace 66 millones de años, poniendo fin a la era de los dinosaurios.

Básicamente, los investigadores se dividen en dos campos: los que se adhieren a la teoría de la extinción gradual y los que se inclinan a considerar una catástrofe repentina, como la caída de un meteorito o una erupción volcánica, como explicación.

La fuerza del impacto del meteorito se equiparó al impacto de 10 mil millones de bombas atómicas que destruyeron Hiroshima. Trozos de carbón, varias rocas y rocas ricas en azufre encontradas en el cráter han permitido a los científicos de la Universidad de Texas aprender un poco más sobre el ‘Día de la Extinción de los Dinosaurios’, cuya historia solo ha estado plagada de suposiciones.

Los líderes del estudio, el profesor Sean Gulik de la Universidad de Texas y la profesora Joanna Morgan del Imperial College London, recuperaron muestras hasta 1.300 metros bajo el lecho marino. Como resultado de la investigación, se estima que el impacto del meteorito provocó un incendio a miles de kilómetros y un tsunami gigante de 90 metros de altura.

El agua de mar arrastró carbón, piedras y tierra de regreso al cráter a gran velocidad. Al mismo tiempo, se arrojó tanto azufre a la atmósfera que bloqueó la luz del sol, señalan los expertos.

Uno de los hallazgos más importantes del estudio es que, aunque las rocas que rodean el cráter eran ricas en azufre, los científicos no encontraron depósitos de azufre en el núcleo del cráter, con lo cuál, se llegó a la conclusión de que el impacto del asteroide evaporó los minerales que contenían azufre y los liberó a la atmósfera en una cantidad de aproximadamente 325 mil millones de toneladas, por lo que el clima en el planeta comenzó a cambiar rápidamente.

«Primero se freían y luego se congelaban. No todos los dinosaurios murieron ese día, pero sí muchos», concluyó el profesor Sean Gulick, de la Universidad de Texas, en el estudio que fue publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).

Según los científicos, a fin de cuentas fue el enfriamiento global lo que finalmente inició la «extinción masiva» y condujo al final de la era Mesozoica y la muerte de los dinosaurios. Algunos de ellos se ahogaron, otros fueron quemados vivos y muchos murieron de hambre después del desastre, señala el texto.

Por otro lado, científicos de la Universidad McGill analizaron muestras del oeste de Canadá y probaron su teoría. Los resultados del estudio se publicaron en la revista Palaeogeography, Palaeoclimatology, Palaeoecology.

Para comprender cómo la extinción masiva y el cambio climático asociado afectaron ecosistemas específicos, el equipo de científicos de McGill analizó restos microscópicos de plantas de ese período encontrados en sedimentos de ríos en el sur de Saskatchewan, una provincia en el centro-sur de Canadá.

Los resultados de su estudio mostraron que las comunidades de plantas y los paleoecosistemas han sufrido cambios significativos en esta área. El número de plantas acuáticas ha disminuido significativamente, mientras que el número de plantas terrestres, incluidos árboles como el abedul y el olmo, por el contrario, ha aumentado.

Los investigadores sugieren que el aumento en el número de plantas terrestres se debió a la extinción de grandes especies de dinosaurios herbívoros. También resaltan haber encontrado cambios en los patrones de precipitaciones durante la extinción: eran escasas y se acumularon durante un breve periodo de tiempo.

“Muchos científicos predijeron que con el calentamiento global, los cambios en las precipitaciones afectarían en gran medida a las personas y los ecosistemas”“En otros períodos de grandes cambios climáticos en la historia de la Tierra, encontramos evidencia de tales cambios. La ausencia de tal señal durante la extinción masiva más reciente es muy intrigante”, explica Peter Douglas, autor del estudio..

Douglas agrega que “sorprendentemente, los científicos saben más sobre lo que sucedió en los océanos al final de la extinción del Cretácico que sobre la tierra. Al aclarar los cambios ecológicos de este período, hemos acotado los factores que pueden haber llevado a la extinción de los dinosaurios. También podemos establecer analogías con los cambios ambientales que la actividad humana está provocando en la actualidad”, destacó en el texto.

136070cookie-checkDescubren conservado integro embrión de dinosaurio de 72 millones de años

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