Por medio de dos parámetros clave, se establece la esperanza de vida a base de los datos de exámenes médicos y estudios del ADN. Un primer parámetro está basado en la edad biológica, la cuál incluye los niveles de estrés, el estilo de vida y también las enfermedades.

Un estudio elaborado por un grupo de científicos rusos, estimó como resultado el «límite absoluto» de la expectativa de vida de los seres humanos en cualquier época de la historia de la humanidad, a partir de un método para predecir la expectativa de vida máxima a nivel individual y de los análisis de múltiples marcadores de la vejez en la sangre.

Según indica el estudio, si bien los avances tecnológicos, científicos y la calidad de vida han representado factores esenciales para el aumento de la esperanza de vida de manera significativa a lo largo de la historia, lo cierto es que el organismo humano llega a una completa «pérdida de resiliencia» a la edad de entre 120 y 150 años, aseguran los expertos.

Del análisis se deduce, que unque ninguna persona ha alcanzado los 150 años de edad en los tiempos modernos, y la mayoría de los seres humanos muere por padecer enfermedades crónicas u otras causas letales antes de alcanzar los 120 años, los investigadores aseguran que el reloj biológico de cada individuo señala los 150 años como un límite de lo posible para el máximo de la expectativa de vida.

El grupo de científicos rusos, desarrollaron una aplicación a partir del sistema operativo de los iPhone, con la cual se puede estimar de forma precisa la tasa de envejecimiento biológico y lo que se considera como la «vida útil» de cada persona, en ese sentido, ese equipo de investigadores han emprendido el diseño de programas y algoritmos para prolongar la vida humana.

Por medio de dos parámetros clave, se establece la esperanza de vida a base de los datos de exámenes médicos y estudios del ADN. Un primer parámetro está basado en la edad biológica, la cuál incluye los niveles de estrés, el estilo de vida y también las enfermedades. El segundo parámetro está referido a la resiliencia, que manifiesta el indicio de lo rápido que vuelve a la normalidad el primer factor después de toda clase de lesiones o enfermedades, en otras palabras, la capacidad que tiene el organismo humano para resistir y recuperarse.

Según explica Piotr Fédichev, uno de los especialistas del Instituto de Física y Tecnología de Moscú involucrado en el estudio, «el envejecimiento en sí está asociado con el surgimiento de enfermedades relacionadas con la edad». «Se trata de un proceso general que lleva a una rápida disminución en la persona de su capacidad de resistir factores internos y externos«, destacan los resultados de la investigación publicada en Nature.com.

«Algo se descompone constantemente en el cuerpo humano, y ello es un proceso normal para un sistema tan complejo», enfatiza el experto. Según detalla el estudio, «esta complejidad implica una repetida elección, el organismo destina recursos para la supervivencia (concentración, velocidad de reacción, reproducción) o para reparar las fallas), mientras que al mismo tiempo, carece de recursos para ambas funciones».

La depresión y el mal sueño, un vínculo que finalmente ha sido entendido por los científicos.

Según se desprende de un estudio publicado en el sitio web de la Universidad de Warwick, un tratamiento para la depresión y el insomnio podría estar en el horizonte, a raíz de que se sabe, que aproximadamente el 75 por ciento de las personas diagnosticadas con depresión dicen que sufren de un sueño terrible, y por otro lado, las personas que constantemente sufren noches inquietas tienen un alto riesgo de desarrollar depresión, señalan expertos.

Jianfeng Feng, doctora en psiquiatría de la Universidad de Warwick y coautora del estudio, aseveró que “el sueño y la depresión van de la mano”. “Hemos trabajado en esta área durante muchos años y el mal sueño es un síntoma central de la depresión”, destacó la investigadora.

«Históricamente ha sido difícil precisar qué impulsa la relación entre el sueño y la depresión», puntualizó Feng. Sin embargo, indicó que su equipo es el primero en identificar un vínculo neuronal entre los dos estados (la depresión y el insomnio).

Los resultados de la investigación, permitieron descubrir que existe una conectividad funcional entre las áreas del cerebro asociadas con la memoria a corto plazo, el yo y las emociones negativas, explicando que esta conectividad funcional, un término que describe partes separadas del cerebro que están conectadas por patrones de neuronas activas, explica por qué algunos cerebros no pueden evitar decidir que las tres de la mañana es el momento adecuado para reflexionar sobre todo lo que está saliendo mal.

“Una parte importante de la investigación fue que mostramos que en una población de los EEUU, disponible gracias al Proyecto Conectoma Humano, la corteza orbitofrontal había aumentado la conectividad funcional con las otras regiones del cerebro en personas con problemas depresivos”, señaló por su parte, el coautor y compañero de Jianfeng Feng, también doctor en psiquiatría y profesor de la Universidad de Warwick, Edmund Rolls.

Refiriéndose al esfuerzo a gran escala para mapear las conexiones neuronales estructurales y funcionales completas dentro del cerebro humano, el experto detalló que «comprender mejor los sistemas cerebrales que están involucrados en la depresión proporciona una nueva visión de los posibles tratamientos».

Los científicos evaluaron los datos de 1.017 estadounidenses de entre 22 y 35 años que participaron en el Proyecto Human Connectome. Este conjunto de datos incluyó escaneos de resonancia magnética funcional de los participantes, que mostraron cambios en la actividad cerebral medidos por cambios en el flujo sanguíneo.

A partir de estos escaneos, se identificaron un total de 162 enlaces neuronales de conectividad funcional involucrados en las áreas del cerebro asociadas con el sueño. Además, se pudo indentificar que 39 de estos 162 enlaces también están asociados con las múltiples partes del cerebro que se sabe que están involucradas en los episodios depresivos.

La publicación resalta, que si bien cualquiera que haya experimentado la dificultad de la depresión o el insomnio no se sorprenderá de que estén conectados, este estudio marca la primera vez que los científicos pueden decir definitivamente que existen mecanismos neuronales subyacentes a la relación entre los dos.

Debido a que pudieron identificar regiones específicas del cerebro, los científicos creen que las formas de tratamiento, como la estimulación magnética transcraneal repetitiva (rTMS), podrían usarse para tratar el insomnio relacionado con la depresión. En rTMS, los médicos usan un imán para apuntar y estimular partes del cerebro en los casos en que la medicación y la psicoterapia no logran ayudar al paciente.

«Los equipos de investigación en Canadá ya se han centrado en la corteza orbitofrontal lateral de personas deprimidas con rTMS y han informado resultados satisfactorios. En el mundo actual es más que necesario encontrar un tratamiento que pueda ayudar. El insomnio es el segundo trastorno mental más frecuente del mundo, y 216 millones de personas en todo el mundo se ven afectadas por la depresión», enfatizó Feng.

53440cookie-checkLos seres humanos modernos tienen la capacidad para alcanzar una edad máxima de entre 120 y 150 años

Deja un comentario