Hace 85 años, representantes de la Alemania hitleriana y el Japón militarista firmaron el ‘Pacto Anti-Comintern’ destinado a oponerse a la Internacional Comunista y la URSS, afirman expertos.

La Alemania nazi y el Japón imperialista, firmaron el 25 de noviembre de 1936, el ‘Pacto Anti-Comintern’, un acuerdo que estaba dirigido contra la Internacional Comunista y particularmente contra la URSS, argumentando la necesidad de contrarrestar la expansión del comunismo, así como, dar impulso a los intereses de ambas naciones por ocultaban revisar lo que consideraban como «injustos» resultados de la Primera Guerra Mundial, que limitaron sus esferas de influencia en el resto mundo, una cuestión geopolítica que para sus élites gobernantes, no era aceptable.

«Después de que Adolf Hitler llegó al poder en Alemania en 1933, se estableció un régimen allí, centrado en la venganza por la derrota en la Primera Guerra Mundial, en la toma de nuevas tierras», señaló a RT, Mijaíl Myagkov, director científico de la Sociedad Histórica Militar Rusa.

El expertro indicó, que para llevar a cabo es empeño, la Alemania hitleriana contó con Japón como un lugar especial entre suss aliados potenciale, ya que el imperialismo nipón «lanzó una agresión contra China en la década de 1930 y era uno de los estados más poderosos de Asia, cercano en espíritu a las potencias de Occidente».

«Después de que Hitler llegó al poder, la dirección de la URSS tomó un rumbo hacia la creación de un sistema efectivo de seguridad colectiva en Europa, pero estos intentos, a pesar de todos los esfuerzos de los diplomáticos soviéticos, no tuvieron éxito debido a la posición de las potencias occidentales, quienes decidieron para ‘pacificar’ al Führer nazi», recordó Myagkov.

Según él, “en Occidente, muchos creían que les era más rentable canalizar la agresión de Alemania y Japón contra la URSS y sacar las castañas del fuego con manos ajenas”. «En el Pacto Anti-Comintern, se manifestó la aspiración de los signatarios a la dominación mundial», dijo.

El secretario ejecutivo de la Asociación de Historiadores de la Unión Estatal de Rusia, Dmitry Surzhik, refiriéndose al tema, recordó que las fuerzas radicales de derecha que también llegaron al poder en esos años de principos del siglo XX, estuvieron representados en Italia, Rumania, Hungría y otros estados.

“Hitler proclamó a Alemania como un baluarte militarizado de la civilización occidental contra el comunismo. Con fines propagandísticos, utilizó la teoría sobre la supuesta amenaza de la ‘revolución permanente’, que de hecho perdió su relevancia a mediados de la década de 1920 y que la dirección soviética ya no utilizaba. Sin embargo, los nazis y otros regímenes radicales de derecha utilizaron el comunismo y el Komintern como historias de terror”, enfatizó Surzhik.

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Para el historiador del Museo de la Victoria Alexander Mijailov, inmediatamente después de llegar al poder, Hitler comenzó a tomar medidas que luego llevaron al estallido de la Segunda Guerra Mundial.

“Alemania levantó las restricciones impuestas por el Tratado de Paz de Versalles. Revivió las fuerzas armadas y también llevó tropas a la desmilitarizada Renania. Al no haber recibido ninguna reacción seria a esto, Hitler continuó actuando en la misma línea. Consideró que podía crear bloques enteros de estados de mentalidad revanchista», remarcó el analista.

A mediados de la década de 1930, se concluyó una serie de tratados internacionales entre el Tercer Reich y los países europeos. Al mismo tiempo, Hitler utilizó activamente la retórica anticomunista para encubrir sus agresivos preparativos expansionistas. En el mismo contexto, se llevó a cabo la preparación del acuerdo germano-japonés, conocido como Pacto Anti-Comintern.

“El documento trataba sobre la creación de una alianza de servicios especiales solo con una pizca de cooperación entre las fuerzas armadas”, puntualizó Dmitry Surzhik.

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El Pacto Anti-Comintern se concluyó el 25 de noviembre de 1936 en Berlín. Fue firmado por el representante oficial de Alemania, Joachim von Ribbentrop (quien se convirtió en el Ministro de Relaciones Exteriores del Tercer Reich en 1938) y el embajador de Japón en Alemania, Kintomo Musyakoji. El documento constaba del tratado en sí, un protocolo adicional, un acuerdo adicional secreto y cuatro anexos.

El texto del pacto contenía llamados a la lucha contra la «subversión comunista». Un protocolo adicional señaló que Berlín y Tokio tomarían «medidas severas» contra aquellos que cooperan con el Komintern. Y en un acuerdo complementario secreto, se formuló la política de los participantes del pacto en relación con la URSS. Si uno de los signatarios se encontraba en estado de guerra con la Unión Soviética, el otro garantizaba que no haría nada para ayudar a Moscú.

Posteriormente, Italia, Hungría, el estado títere de Manchukuo, España, Bulgaria, Finlandia, Rumanía, Dinamarca, Eslovaquia, Croacia y el gobierno colaboracionista de la parte de China ocupada por Japón se unieron al Pacto Anti-Comintern.

Los historiadores resaltan, que ya en el momento de la firma del pacto por Alemania y Japón, los especialistas militares soviéticos se enfrentaron a los nazis en los frentes de la Guerra Civil española, y poco después, con los militaristas japoneses en China. Más tarde, en 1938-1939, ya hubo enfrentamientos directos entre el Ejército Rojo y las unidades japonesas cerca del lago Khasan y el río Khalkhin-Gol. Con gran consternación, Moscú vio cómo los nazis lanzaban una expansión en Europa, completando el Anschluss de Austria y la anexión de Checoslovaquia.

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Alexander Mijailov aseguró por su parte, que Alemania necesitaba una coalición para desencadenar una nueva guerra mundial. Y fue el Pacto Anti-Comintern el que sirvió de base para su formación. La mayoría de los estados signatarios participaron en la Segunda Guerra Mundial en alianza con la Alemania nazi.

“El Pacto Anti-Comintern es un tratado de futuros agresores. Su orientación antisoviética era obvia, pero al mismo tiempo, su firma a su manera también se convirtió en una advertencia para el Moscú oficial, permitió a la dirección de la URSS evaluar con seriedad las perspectivas de desarrollo de la situación internacional«, destacó Dmitry Surzhik.

Al mismo tiempo, el experto sugiere que «el nombre y el contenido del pacto permitieron a Hitler engañar a los países occidentales, cuyas élites, en el contexto de la intensificación de su propio movimiento obrero, irritaron la mención del comunismo. Algunos políticos occidentales simpatizaron con Hitler, y el Führer nazi, bajo su mirada complaciente, formó un bloque militar, que luego se desplegó, incluso contra Gran Bretaña y Francia”.

77800cookie-checkEl ‘Pacto Anti-Comintern’ fue el tratado de los futuros agresores en la historia mundial del siglo XX

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