En una reunión del lunes, de los encargados de los departamentos de política exterior de los estados miembros de la UE, se acordó continuar la línea de «castigar» a Rusia, sin embargo, según los resultados del encuentro, aún no se sabe cómo.

Los planes de contención de Rusia impulsados desde la Unión Europea, pero en especial, como expresión de una política que no está definida ante los intereses expuestos por Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en referencia al tema de Ucrania, y la «invasión rusa» de ese territorio, hace que el bloque comunitario se encuentre en una posición incómoda entre las discrepancias de dos superpotencias.

En una reunión del lunes, de los encargados de los departamentos de política exterior de los estados miembros de la UE, se acordó continuar la línea de «castigar» a Rusia, sin embargo, según los resultados del encuentro, aún no se sabe cómo. Si bien, los ministros de relaciones exteriores pusieron de relieve sus diferencias en torno a la respuesta que debe dársele a Rusia, incluso cuando la supuesta «invasión» se evalua desde el plano de las conjeturas, los estados europeos no tuvieron reparos en absolverse cada uno de responsabilidad por las posibles consecuencias de un conflicto militar directo con el país euroasiático, incluida Alemania.

Y es que los políticos europeos están conscientes de las graves consecuencias que un escenario como ese pudiera desatarse en la actualidad. La Segunda Guerra Mundial dejó lecciones amargas para uno u otro lado del frente, y repetir esa experiencia podría acarrear, de forma hipotética, el desmembramiento predecible y violento de ese bloque, un riesgo tanto político, como territorial y humano para la UE.

Sin una política exterior independiente de los intereses formulados en Washington, en el marco de la OTAN y sus intentos de expandir su membresía hacia el este colindante con las fronteras de Rusia, Europa se ha decantado por ejercer una línea lateral, en aras de parecer complaciente tanto con Estados Unidos como con las autoridades en Moscú.

En tal sentido, los políticos en Europa saben que impulsar la línea dura en torno a lss relaciones con Rusia les ha acarreado tensos problemas al interior de su propia comunidad de países, ejemplo de ello, un claro aumento de los precios de la energía debido a la escases en los suministros del gas ruso, un combustible del cuál todo el continente depende en la época más fria del año.

El fuerte deterioro de la calidad de vida de la población europea, en oarte provocado por la inflación galopante (que no tiene precedentes desde la introducción del euro, es decir, en las últimas dos décadas) es una base social en permanente ebullición.

En ese camino de desvincular las relaciones que históricamente han unido a Ucrania de Rusia, la Unión Europea tiene claro que, de momento, es incapaz de diseñar una solución del conflicto que se adapte a todos los puntos de vistas dentro del propio seno de la UE. En otras palabras, aún no sabe como salirse de la trampa que le ha tendido a Rusia y en la que ha caído ella misma.

De que Europa se encuentra dividida en relación a este asunto, es un hecho que nadie niega. Por un lado, mientras los países al este, con una economía menos próspera y receptores de inmensos subsidios procedentes del bloque comunitario, se posicionan alrededor de «duras» sanciones de la UE contra Rusia, en consonancia con los intereses de Estados Unidos, por el otro, el grupo occidental comunitario más desarrollado, encabezado por la República Federal de Alemania y Francia, instan a la moderación.

Las autoridades de París y Berlín, si bien han mantenido una cara externa de preocupación ante los niveles de escalada de la tensión en la frontera ruso-ucraniana, prefieren hoy las excusas cautelosas al darse cuenta de que en caso de un conflicto provocado por Ucrania, tendrán que asumir la principal responsabilidad política, además de pagar las ambiciones geopolíticas de Washington.

94080cookie-checkUn papel de peón? La Unión Europea corre el riesgo de quedar desmembrada si ocurre un conflicto directo con Rusia

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