Analistas indican que el objetivo común está enfrentar un nuevo enemigo para la humanidad, el Covid-19, y no la busqueda de unas relaciones amistosas.
Por iniciativa de Rusia, recientemente el presidente de ese país, Vladimir Putin, y la canciller de Alemania, Angela Merkel, sostuvieron una conversación con el objetivo de abordar las posibilidades de cooperar en la producción conjunta de la vacuna rusa Sputnik v contra Covid-19, creada por el centro científico ruso Gamelaya.
En Occidente, a muchos a tomado por sorpresa esta conversación telefónica entre ambos líderes, a tenerse en cuenta las tensiones diplomáticas que se han vivido durante los últimos años entre ambos países, desde que Putin dejó de ser un ideal importante para la consecución de los intereses de la Unión Europea y de EEUU fundamentalmente dentro del territorio ruso.
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A las primeras sanciones recibidas contra su país, de las cuáles Alemania fue puntera en el marco europeo, y luego la propaganda impulsada en torno al caso del supuesto «envenenamiento» del opositor ruso Alexei Navalny, Sputnik V se ha convertido el actual blanco de intento de descrédito por parte de las autoridades que en Occidente lo ven como un rival potencial en contra de sus laboratorios farmacéuticos.
Hasta ahora, Sputnik V no ha sido certificado por la Agencia Europea de Medicamentos, que es la encargada de autorizar los suministros de cualquier fármaco en ese espacio comunitario, y ni siquiera incluso, por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En Europa en general, Hungría se atrevió a desafiar en un principio a la Unión Europea al sopesar la posibilidad de usar esta vacuna en su territorio para combatir la pandemia del coronavirus, sin embargo, bajo presión, al final la abandonó. Por el momento, solo los aliados tradicionales de Rusia en la región, Bielorrusia y Serbia, han permitido la vacunación con Sputnik V.
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No obstante, es evidente que Angela Merkel accedió a discutir con Vladimir Putin el tema de la cooperación en la producción de Sputnik V, sin embargo, el resultado de esa conversación dependerá mucho de si la Agencia Europea de Medicamentos emite un permiso autorizando el ingreso de la vacuna rusa en el bloque comunitario, lo cuál podría tomar meses, habiendo cuenta el procedimiento habitual de la agencia.
Sin embargo, algunos podrían pensar que esa conversación entre los líderes de Alemania y Rusia, podría intepretarse como una señal de que se reanuden «las relaciones amistosas» entre Merkel y Putin, para ciertos analistas, esto es solo el reflejo de simple pragmatismo.
En tal sentido, advierten los expertos, los rusos han demostrado históricamente que tienen el potencial científico para desarrollar una vacuna varios órdenes, pero les falta la capacidad de producción suficiente para satisfacer la demanda emergente dentro y fuera del país, y Alemania podría garantizar ese recurso en el resto de Europa.
Desde principios de la pandemia en 2020, Alemania se ,mantuvo uno de los países europeos con menos afectados por contagios con Covid-19, pero ahora se enfrenta ahora a una grave crisis, donde su tasa de mortalidad diaria superó, por primera vez, el umbral de los 1.000 muertos al día el pasado 30 de Diciembre.
Esa naturaleza en la expansión del virus y sus graves consecuencias, hace ahora que los alemanes estén muy preocupados porque simplemente no tendrán suficientes vacunas para enfrentar los altos índices de contagios en el país, y ya están mostrando su descontento con el programa de compras centralizadas en la Unión Europea, que hasta el momento han priorizado la compra de vacunas creadas por la farmacéutica estadounidense Pfizer y la alemana BioNTech, sin margen para acceder a otras opciones, como lo es el caso de Sputink V.
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La campaña nacionalista en toda Europa ha sacado como tema central para su arremetida contra Rusia, el tema de que Sputnik V pasó el proceso de certificación en su país «sospechosamente rápido», una cuestión excesivamente publicitada, lo cierto es que la vacuna rusa parece ser un contendiente bastante serio, y una herramienta efectiva contra el coronavirus. con una eficiencia del 91,4%.
En todo caso, tanto Putin como Merkel, si se logra consolidar la iniciativa de colaboración, saldrían beneficiados de un presunto acuerdo entre ambos países para una producción conjunta de Sputnik V.
Para el presidente ruso, es la oportunidad de demostrar que Rusia está en una posición de liderazgo con relación a la ciencia, de ahí que Sputnik V, en honor al primer satélite lanzado por la Unión Soviética, tendría un pase asegurado hacia el mercado europeo, y a la misma vez, un no despreciable sello de calidad alemán que ayudará a convencer aún a los escépticos que en su propio país se muestran reacios a inyectarse la primera vacuna rusa registrada contra la Covid-19.
Para Angela Merkel, acceder a la producción de Sputnik V, es la manera eficaz de dotar a su país de una mayor oferta a la creciente demanda de medicamentos efectivos contra la enfermedad, y principalmente para ella en lo personal, sería una forma crucial para, si en definitiva llega a despedirse de la política en este año, cumplir cabalmente su mandato con una fuerte política de contención ante la crisis sanitaria, y de ahí quizás, poder cumplir uno de sus sueños una vez retirada, viajar por el tren transiberiano.
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Hay que señalar en este sentido, que si bien los gobiernos son capaces de adoptar posiciones en desacuerdo o en acuerdo en torno a las relaciones internacionales, de lo que se trata ahora es de mirar en un frente común la concreción de una política coordinada para enfrentar al nuevo enemigo, en condiciones de diálogo y cooperación entre las partes, elo fue posible en el siglo XX, cuando Churchill, Roosevelt y Stalin fueron capaces de sentarse juntos en aras de combatir otro enemigo común:Hitler.
