Desde la izquierda, Verónika Mendoza, obtiene la reacción de un electorado conservador que teme un viraje hacia el socialismo.
En abril 21 próximo, tendrá lugar en Perú las elecciones generales al Parlamento y el Ejecutivo, en un escenario político tenso debido a los sucesivos escándalos de corrupción que conmovieron al país sudamericano en 2020, y que trajo como consecuencia la dimisión de dos presidentes de la república.
De cara a las elecciones, en el panorama político no se vislumbra hasta el momento un candidato que resalte de sus contrincantes al puesto más alto del Ejecutivo, que por cierto, las encuestas recientes situan al centro-derechista, George Forsyth, en reprsentación del partido Victoria Nacional, con el 11% de la intención de votos, seguido por otro candidato de la derecha, Yonhy Lescano, de Acción Popular con un 10% de las ptreferencias del electorado peruano.
En tercer lugar resalta la candidatura de la izquierdista Verónika Mendoza, que representa a la organización Juntos por el Perú, mientras que la heredera política e hija de Alberto Fujimori, Keiko Fujimori, plantea presentarse nuevamente en los comicios liderando al movimiento de derecha Fuerza Popular, recavando hasta el momento, según los sondeos un 8% en la intención de votos.
Entre tanto, el resto de la partida del electorado peruano, que históricamente produce una alta abstención en los comicios, alrededor del 25%, deberá ser repartido entre los candidatos menores en fuerza política, que en esta ocasión rondan los 13.
En torno al desempeño político, el primer representante de la derecha, George Forsyth, cuenta con el empuje de los medios que resaltan su pasado futbolístico en el país, a fin de ganarse la simpatía de los votantes por el efecto mediático que presupone el impacto social de haber representado un deporte que mueve a las masas.
Sin embargo, a aus 38 años carece el exarquero peruano de una notable carrera política dentro del país, de la cuál meramente sobresale el inconcluso desempeño al frente de la Alcaldía del distrito La Victoria, en la ciudad de Lima, capital del Perú.
Yonhy Lescano por su parte, se presenta como candidato de un partido como Acción Popular (creado en 1956), que ha estado al frente del Gobierno peruano en dos ocasiones (1963-1968 y 1980-1985) y liderado por su fundador, Fernando Belaunde.
Sin embargo, sobre el partido pesa el hecho, que seguramente repercutirá en los comicios, de haber sido uno de los principales responsables en la destitución del expresidente Martín Vizcarra en noviembre del 2020, acusado en el Parlamento por casos de corrupción, y sustituido por el tambié expresidente, Manuel Merino, un diputado de Acción Popular, y que apenas duró 6 días al frente del Ejecutivo, luego de las intensas manifestaciones por parte de la ciudadanía que exigió su renuncia alegando una maniobra de golpe de Estado contra Vizcarra.
Entre tanto, Verónika Mendoza se presenta como la candidata de la izquierda, que ganó un 17% del apoyo del electorado peruano en las elecciones pasadas hacia la presidencia, y ante la cuál se posiciona la reacción de los votantes conservadores en el país latinoamericano que no desean ver un cambio de régimen político hacia el «socialismo».
Por último, Keiko Fujimori, tiene ante sí sobrepasar el negativo historial de escándalos de corrupción e investigaciones hechas en su contra por la Fiscalía peruana en torno al caso sonado de la compañía brasileña Odebrecht, así como la imagen que sobre sí impronta ser la heredera política del período de gobierno de su padre entre 1990 y el año 2000, también acusado por actividades de corrupción y violación sistemática de los derechos humanos en el Perú.
Está por verse a penas en poco más de un mes, si el pueblo peruano se decide a salir masivamente a ejercer sus derecho a votar en democracia, para darle un vuelco total a la complicada realidad política, económica y social a la que ha estado sumido durante décadas, o simplemente opta por otorgar una oportunidad más al régimen neoliberal representado por la los candidatos de la derecha peruana.
