Según datos registrados por el gobierno brasileño, en el país sudamericano existen alrededor de 115 tribus aisladas e incomunicadas viviendo en la selva, solo 28 de ellas han sido confirmadas por la estatal Fundación Nacional del Indio (Funai).

Luego de que en 1987, tras el fracaso de numerosas misiones de caracter religioso que trajo como consecuencia el exterminio de tribus indígenas enteras en el Brasil, fue establecida oficialmente una política de no contacto y de respeto al ‘aislamiento voluntario’ de pueblos originarios, una norma que cuenta con reconocimiento internacional.

En ese sentido, el artículo 231 de la Constitución brasileña de 1988, prohíbe totalmente el ejercicio de la evangelización de los indígenas, pero, con la llegada de Jair Bolsonaro al frente del gobierno de ese país, los fundamentalistas evangélicos vieron una oportunidad con la llegada de la pandemia del coronavirus para «la entrada de terceros en áreas con indígenas aislados», al sentir un apoyo tácito de la ultraderacha que gobierna en Brasil representada por el presidente.

La presencia de misiones religiosas entre los pueblos indígenas comenzó cuando Brasil fue colonizada por Portugal. En la actualidad, estas organizaciones forman parte de una especie de agencias que predican un proselitismo religioso , que en su mayoría provienen de EEUU, y que alrededor de 44 son misiones especializadas en la ‘conversión de las almas’.

En concreto, todas estas misiones forman parte de un lobby Asociación de Misiones Transculturales Brasileñas (AMTB), que ejerce su labor no solo en la Amazonía y con los indígenas, sino también en otras partes de Brasil y con otras confesiones religiosas internacionalmente.  

«Tienen una visión fundamentalista de la Biblia y creen que es necesaria la conversión universal de todas las almas para alcanzar la salvación. Quien no sea convertido arderá en el infierno, y aplican una organización radical de la vida de acuerdo a la Biblia. Estas misiones son todas evangélicas, las hay pentecostales», detalló el profesor Felipe Milanez de la Universidad Federal de Bahía, que lleva 15 años investigando a los grupos fundamentalistas

Según remarcó el académico, «se trata de un mercado de almas. Buscan convertirlas y salvarlas. No importa dónde se encuentren, pero por detrás está el mercado. Negocian las influencias que conseguirán tras convertir a estos pueblos y se transforman en intermediarias de intereses territoriales y de recursos naturales». 

A su vez, Milanez explicó en entrevista para Rusia Today (RT), que aunque el motor de estas misiones es la conversión, al mismo tiempo buscan financiación, «porque necesitan mucho dinero para hacer esos viajes extremadamente costosos, con helicópteros, barcos y médicos, al interior de la Amazonía, de ahí que estén vinculadas estrechamente a los intereses de los mineros, hacenderos, invasores de tierras, entre otros estamentos sociales.

Carolina Santana, abogada del Observatorio de los Derechos de los Pueblos Indígenas y de Contacto Reciente (OPI), denunció ante la prensa, que «no se puede usar la pandemia como justificante para pasar por encima de una normativa y una política indigenista que ya existe desde hace tantos años», una queja que fue presentada por la Articulación de Pueblos Indígenas de Brasil solicitando que esa labor fuese declarada inconstitucional.

«Con esta ley da la impresión de que las misiones entraron regularmente. Y no es así. Si alguien entró, lo hizo de manera irregular. Y si la Funai lo autorizó, entonces no cumplió con una política que existe desde hace 30 años. ¿Cómo puede ser que haya gente allí si está prohibido?», preguntó la abogada.

Para varios movimientos indigenistas que luchan en Brasil contra los intentos de evangelización de estos pueblos originarios por parte de las misiones religiosas fundamentalistas, que ven a los indígenas aislados como «el universo a ser conquistado», cuando en las profundidades de la selva amazónica un pueblo indígena se mantiene aislado es por decisión propia, y su deber ese hacer lo necesario para impedir se quebrante esa voluntad.

Recientemente, el juez de la Corte Suprema de Brasil, Luís Roberto Barroso, tomó una decisión al considerar que la mejor manera de proteger a las tribus aisldas de su país es mediante el establecimiento de barreras sanitarias para impedir, mediante el uso de la fuerza si fuera necesario, el acceso de extraños a las tierras donde habitan los aborígenes no contactados o los que han sido recientemente contactados.

La decisión del juez, de caracter provisional, afecta a las misiones nuevas, sea cual sea su credo, no a las que ya llevan tiempo instaladas en la zona amazónica. En la actualidad las nuevas misiones que buscan contacto con los pueblos aislados son en su mayoría de los evangélicos, un sector muy vinculado al actual presidente, cuya motivación especial recae en la explotación de las inmensas riquezas conque cuentan las reservas indígenas y otras áreas de la Amazonía brasileña.

68520cookie-checkTodavía en Brasil las ‘iglesias’ quieren «evangelizar» a las tribus indígenas, pero hay intereses más allá de ‘Cristo’

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